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Cuándo llevar a tus hijos al dentista por primera vez

03.09.2020

  • Hijos
Ayer fui al dentista y me sorprendió ver en la sala de espera a un niño muy chiquito que también esperaba ser atendido.
Conversando con su mamá, me contó que cuando su hijo mayor era niño había tenido problemas para morder. Por eso, cuando notó que a su hijo menor podría pasarle algo parecido, prefirió llevarlo al dentista para que lo evalúe y así descartar algún problema con sus dientes o mandíbula.

Los pediatras suelen derivar al dentista a  los bebés entre año y dos años de edad; es una visita donde el especialista revisará la evolución de los dientes del bebé y nos enseñará cómo empezar a lavarle los dientes o a estimular sus encías para facilitar la dentición.

Le pregunté al dentista a partir de qué edad es bueno que los niños lo visiten con regularidad después de ésta visita inicial. Me dijo que lo recomendable es que sean evaluados por un ortodoncista a partir de los 7 años. A esa edad, la mayoría ya tiene varios dientes permanentes en el maxilar superior e inferior (mandíbula). 

Al examinar al niño, el especialista podrá saber si sus dientes son de tamaño normal, si le faltan o sobran, si están muy juntos o separados, si hay algún retraso en la aparición de dientes permanentes, etc. Y, si hay algún problema podrá solucionarlo antes de que el niño crezca y el problema se haga más grande. Además, verificará que esté mordiendo correctamente y podrá conversar con él y buscar soluciones para ciertos hábitos como chuparse el dedo o apretar los dientes.

Es importante que no esperes a que tus hijos tengan alguna molestia para recién llevarlos al dentista. Si los llevas a partir de los 7 años, el especialista podrá prevenir, diagnosticar y tratar cualquier irregularidad dental o facial en sus primeras etapas.  Y esto significa un gran ahorro de problemas y de dinero, pues alguna malformación de los dientes probablemente afecte su autoestima, especialmente si está en la etapa escolar. 

Además, al tratar el problema a tiempo, se ahorra un montón de dinero, porque a medida de que el problema se hace más complejo, su tratamiento dura y cuesta más. Y, la buena noticia, es que para hacer más divertido y llevadero el tratamiento de ortodoncia, existen opciones especiales para niños, como los brackets de colores, por ejemplo.